Aunque ella sea sexy como el pecado, dulce como un caramelo y casi irresistible cada día.
Pero Macy y yo no sólo somos mejores amigos, también somos completamente opuestos. Ella es alegre, optimista, extrovertida y yo soy... cómo decirlo... un poco melancólico.
Entonces llega San Valentín, esa temida fiesta que yo odio y ella ama, y parece que Macy está decidida a hacerme cambiar de opinión.
Decidida, en el sentido de que va vestida de rojo, con lencería de encaje, una sonrisa pícara y la cabeza llena de ideas sucias.
Puede que tenga que revisar todas mis reglas sobre los amigos en la cama...
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