A Alice Cunningham nunca le ha gustado relacionarse con un conocido donjuán como Benjamin Luxington; pero tiene que rendirse a la evidencia: sabe besar muy bien. Igual podría merecer la pena arriesgarse...
Lo que pasa es que Alice quiere bastante más de lo que él le puede dar: busca amor, romanticismo, el matrimonio... es decir, todas las cosas sobre las que escribe en sus novelas. Pero a Benjamin no le interesan ni lo más mínimo, y ella lo sabe muy bien. Por eso no quiere tener ninguna relación con un hombre como él, porque está destinada al fracaso y al desastre. Entonces, ¿por qué se ve obligada a hacerlo, si sabe perfectamente que esa historia con él jamás podrá terminar en un «y fueron felices para siempre», que es como siempre acaban sus libros?
Benjamin sabe que es una fuente continua de problemas para las personas a las que ama, y esa es la razón por la que no quiere sentar la cabeza y casarse, nunca. Cuando Alice empieza a hacer muchas preguntas inadecuadas a las personas que no debe, pone en peligro su propia vida, y por puro azar, Benjamin se convierte en su sorprendente salvador y guardaespaldas. Pero pronto se da cuenta de que el mayor peligro para la joven quizá no provenga de los que la amenazan, sino de su propia incapacidad para resistir la atracción que ejerce sobre él.
¿Serán capaces de averiguar quien quiere hacerle daño a Alice y evitar el peligro que se cierne sobre ella, y no dejarse los corazones en el intento?
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