Después de enamorarme de mi mejor amigo durante años, me doy cuenta de que nunca querrá a alguien inexperto como yo. Así que decido acabar con ello, jugar la carta V de una vez por todas con un encuentro anónimo. Las condiciones son sencillas: sin conversaciones, sin nombres.
No es tan fácil como parece. Ahora no puedo quitarme de la cabeza al apuesto desconocido que me recibió con suaves besos y delicadas caricias. Esas manos, esos labios... Pero sólo fue algo puntual, y necesito olvidarme de él de una vez por todas.
Al menos sé que no lo volveré a ver nunca más, hasta que aborde un vuelo y vea un perfil familiar en la cabina justo cuando se cierra la puerta.
Mil gracias a RT!
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